El río Guarga da nombre a este valle, uno de los rincones menos conocidos y fuera de los circuitos habituales de los visitantes a la Comarca. Un valle escondido y silencioso, muy poco poblado que ofrece un recorrido diferente y una sensación de viaje al pasado.
La carretera A1604 que va desde Lanave a los pies de la cara norte del puerto de Monrepós hasta Boltaña, es una vía secundaria, para ir recorriendo tranquilamente con las ventanillas bajadas y disfrutando de un paisaje sorprendente. Diferentes desvíos de la vía principal nos van llevando a pueblos, algunos de ellos abandonados, con sus casas derruidas y cubiertas por la vegetación. Otros con casas arregladas que son pobladas en tiempos de verano y vacaciones y algunos otros recuperados y habitados durante todo el año por quienes eligieron un retorno al campo como opción de vida.
Pedimos desde aquí que os acerquéis a estos lugares con respeto, respeto a la memoria de quienes aquí vivieron y de quienes lo hacen en la actualidad. Y que disfrutéis de la paz y tranquilidad que nos ofrecen. La mayoría de esos accesos son pistas forestales, algunas de ellas sólo son transitables con vehículo todoterreno, aquí os señalamos algunos de los accesos que se pueden realizar con un vehículo sin tracción 4×4, podéis conseguir información detallada de cada uno de los pueblos y sus accesos en la página web: www.guargueraviva.org
Cuando pasemos por el Molino de Villobas en la misma carretera, un desvío a la izquierda nos lleva por un camino al núcleo abandonado de Villobas, son 2 km que podemos hacer caminando o en el coche. Todavía se puede observar la iglesia del s.XVIII, separada del pueblo, diferentes bordas, el pozo o una herrería, testigos de que un día aquí la vida fluía.
Unos kilómetros más adelante en el desvío hacia el pueblo de Cerésola, caminando unos 600 metros llegaremos a la ermita de San Urbez, enclavada en una cueva y rodeada de vegetación en un hermoso rincón que seguro nos sorprende. Seguimos nuestra ruta y a la derecha una pista forestal en buen estado nos llevará después de 3 kilométros hasta Aineto, un pueblo recuperado por un grupo de personas que han conseguido devolver la vida a un lugar que cuenta con unos 30 habitantes y que desde hace unos años ha recuperado la escuela.
Y así poco a poco vamos descubriendo lugares, la ruta atraviesa el pueblo de Laguarta también de nuevo habitado y adonde llegó la luz sólo hace unos pocos años. La carretera va casi todo el tiempo junto al río, os recomendamos parar y bajar a sus orillas, en verano podéis daros un agradable chapuzón.